En un ecosistema intestinal equilibrado la Candida vive en perfecta armonía con el resto de microorganismos que lo forman. Es dimórfica por lo que bajo determinadas circunstancias de disbiosis, cambia de forma y puede formar clamidosporas (tipo de espora axesual) y psudohifas comportándose a partir de ese momento como un patógeno.
Se “agarra” a la pared intestinal destruyendo las uniones intercelulares (tight junctions) y los enterocitos, llegando a los ganglios mesentéricos y desde ahí, a través de los vasos sanguíneos, puede producir una candidiasis en cualquier mucosa del organismo.
Los cuadros de candidiasis que se cronifican, además de las alteraciones locales de la mucosa colonizada se asocian otros síntomas sistémicos como: