Según datos de la Organización Mundial de la Salud, 1 de cada 160 niños padece algún Trastorno del Espectro Autista (TEA).
Se desconoce su causa pero muchas investigaciones apuntan a su vinculación con cambios en la microbiota intestinal.
Sabemos que a través del eje intestino-cerebro, hay una estrecha relación entre los más de 100 billones de bacterias que habitan el intestino y el comportamiento, la ansiedad, la percepción del dolor e incluso la respuesta emocional.
El TEA es una afección relacionada con el desarrollo del cerebro que afecta la manera en la que una persona percibe y se relaciona con otras personas, esto causa problemas en la interacción social y muchas veces en la comunicación a esto se asocian patrones de conducta restringidos y repetitivos.
El TEA comprende afecciones que anteriormente se consideraban independientes, como el autismo, el síndrome de Asperger, el trastorno desintegrativo infantil y una forma no especificada de trastorno generalizado del desarrollo.
Dado que estos niños tienen patrones de microbiota muy desestructurados con gran alteración de la permeabilidad y pérdida de la homeostasis intestinal, si trabajamos su recuperación, estabilizamos la inflamación y la señalización de los neurotransmisores.
